Este es el título de un documento extraído del web de la UNESCO, producto del Conferencia Mundial de Educación Superior celebrado el 2009 en París. Sintetiza en breves líneas el marco al que la Universidad debe adaptarse. Si bien dichos documentos son públicos, y la susodicha conferencia muy referenciada en publicaciones sobre la Educación Superior, merece la pena dedicar tiempo en prestar atención y fomentar reflexiones sobre ellos. El documento “El Compromiso de la Sociedad y la Responsabilidad Social” presenta varias preguntas: ¿Podrán nuestras instituciones de enseñanza superior cumplir con sus crecientes responsabilidades en el ámbito del desarrollo socioeconómico? ¿Cuál es el alcance razonable de las responsabilidades sociales que deben asignarse a la educación superior y cómo podremos garantizar que todos los países, lo mismo del Norte que del Sur, estén en condiciones de cumplirlas? ¿Acaso el cumplimiento de estas responsabilidades necesitará de una reformulación radical del pensamiento y el modelo de educación superior dominantes?
Dicho ello, ya el entrar en ámbitos de formación ética puede resultar complejo, definir qué valores deben primar, puede resultar confuso cuando en las sociedades actuales predominan modelos sociales basados en el espectáculo. En todo caso entre las competencias que la universidad no puede obviar, independientemente del ámbito de estudio, es en empoderar la autonomía y capacidad de auto-gestión, fomentar el emprendimiento y dotar de los conocimientos y herramientas que permitan generar modelos sociales de profesionales capaces de trabajar en organizaciones horizontales, con miras a dotarles de conocimientos idiomáticos y capacidad de trabajo con perspectiva internacional. Desde un modelo que contemple al profesional como responsable de su éxito y fracaso, responsable de sus acciones, actor y espectador, puede posibilitarse un cambio.
Dar formación sin promover competencias y habilidades de gestión en los nuevos entornos no corresponde a una sociedad dinámica, en evolución y ante nuevas perspectivas. Aunque al final la Universidad no es más que otra estructura que moldean las personas; en caso de ser pública, financiada con impuestos, y en caso de ser privada, por la aceptación del modelo por parte de su alumnado.
La responsabilidad de mejorar los sistemas es socializando impresiones, expectativas y reflexiones entre la comunidad que la conforma y la sociedad que la sustenta. Por ello como señala el documento, la universidad debería ejercer una función de prospectiva – que debería servir de “observatorio y centro de reflexión”, con miras a prever y alertar a la sociedad ante las nuevas tendencias y, en teoría, contribuir así a evitar las crisis más graves.
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