La formación impartida en las instituciones de educación superior deberá flexibilizarse, no tan solo prolongar su oferta mediante la formación continua, si no introducir en su currícula elementos que aproximen los contenidos no tan sólo a la realidad inmediata si no a la previsión futura de desarrollo de las sociedades.
Esta entrada tiene como objetivo llamar la atención sobre qué ocurriría si se le preguntara a los docentes que imparten diferentes materias, ¿cómo cree que sus estudiantes podrán insertarse profesionalmente o emprender sus negocios desde la formación que reciben en esta facultad?
La universidad es el último puerto antes de incorporarse, para una parte significativa de la población, a entornos de decisión en la administración pública, empresa y organismos sociales. Ser conscientes de las demandas y cambios externos, es un puntal importante a trabajar desde casos prácticos, formación conceptual aplicada a la realidad del momento actual.
Por ello, cabe buscar medidas simples, como leer noticias de prensa o medios, lo cual tal vez debiera ser de carácter obligatorio, al menos semanalmente, en todas las facultades independientemente del ámbito de estudio, para poder trabajar los contenidos sobre casos concretos; así como también no se debería terminar una formación sin saber cómo crear una empresa o una organización, pues el momento actual exige tanto sumar colectivamente como ser capaz de generar trabajo y empleo.
Hay muchas realidades socioculturales, pero para que la persona sea capaz de adaptar y aplicar sus conocimientos a una realidad global multi-factorial, la educación debería proporcionar la habilidad de identificar el contexto social en el que vive y qué factores lo condicionan, para reducir las circunstancias contextuales a un mínimo común denominador que permita tomar decisiones personales y profesionales.
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